Se trata de un testimonio excepcional de cómo fueron entendidos y sufridos los vaivenes de la política que se originaban en la capital, y de los ingentes obstáculos que se oponían a las dirigencias mapuche para lograr unas condiciones mínimas de tranquilidad que aseguraran la supervivencia de su gente. Pone a la vista la diferencia de percepciones ante la guerra: para los mapuche no se podía hacer malón sin permiso superior, y se debía compensar al enemigo por las pérdidas sufridas. En cambio, el wingka era un enemigo implacable, cuya codicia no tenía límite.
Este libro es imprescindible para historiadores, estudiosos de la cultura mapuche, y para todo aquel interesado en comprender los conflictos que moldearon nuestro país: la carta que Magñil Wenu envió al presidente Montt en 1860, revelando la estatura política del toki mapuche, su crítica a las tácticas chilenas y su lucha por la supervivencia de su pueblo. Una mirada única y cruda sobre la ocupación chilena de las tierras ancestrales, y una invitación a reflexionar sobre la historia que a menudo ha sido ignorada.