(…) Una de las ideas fuerza que impulsan este libro consiste en relevar la importancia del dominio de los contenidos, porque nadie puede enseñar lo que no sabe. A este respecto, reconocemos a Shulman (1986), como el precursor de estas ideas sobre el carácter específico del conocimiento de la materia, conocimiento pedagógico del contenido (CPC) y conocimiento del currículo. Describiendo el CPC como “esa amalgama especial de contenido y pedagogía que es el campo propio de los profesores, su forma especial de comprensión profesional”; en el fondo, el problema didáctico-pedagógico radica en que los docentes deben dominar los contenidos motivo de enseñanza y, simultáneamente, tiene que saber cómo se enseñan esos contenidos. De lo anterior se desprende que para enseñar matemáticas hay que saber matemáticas, pero del mismo modo propiciamos que para aprender matemáticas hay que hacer matemáticas; esto último implica que los profesores deben ser capaces de diseñar y seleccionar actividades de aprendizaje que permitan a los alumnos hacer matemáticas, lo que significa que aprendan a pensar por sí mismos y que tengan la oportunidad de resolver problemas, analizar, conjeturar, relacionar… poniendo en juego habilidades de pensamiento de nivel superior. Junto a los propósitos indicados, agreguemos la importancia de implementar la resolución de problemas como una eficaz estrategia para la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas (…)